lunes, 21 de diciembre de 2009

Buon apetito (II)

Salimos del hotel, me despedí con una sonrisa del recepcionista. Era mediodía y el tráfico de peatones era intenso, puesto que la gente se estaba yendo a almorzar. Recorrimos un par de manzanas. Entramos en una pequeña trattoria. Una estufa de ladrillo calentaba el local. Los efluvios del cotidiano festín culinario se filtraban desde la parte posterior de la estancia. Después de hablar con el jefe de camareros, nos acomodaron en una mesa junto al enorme ventanal que daba a la calle. Habíamos tenido suerte, era un sitio inmejorable.

Me fijé en mis acompañantes, las miradas de todos convergían en una pizarra colgada de una viga, el plato del día era faraona con polenta, pintada con polenta. Les seguían en la lista, panzeroni di funghi al burro, conchiglie di cavolfiori, spiedino di carne misto alla griglia… Todos los nombres sonaban apetecibles.

- Buon giorno nos dijo el camarero.
- Buon giorno respondimos, intentando aparentar un acento italiano del cual sin ningún género de dudas carecíamos. Pedimos el plato del día, y gelato, sin duda alguna, los más deliciosos del mundo.
- El vino de la casa es muy bueno, nos sugirió.
- Lo preferimos tinto contestamos.

Al poco tiempo nos sirvieron nuestras comandas. Me serví un vaso de vino. Me bebí un sorbo saboreando muy despacio los efluvios que desprendía. Una sensación de calor y entumecimiento se apoderó de mi cuerpo. Mientras degustábamos el vino y la faraona con polenta nos perdimos por un instante en otro mundo.

1 comentario:

  1. Ais!! Como echo de menos los heladitos italianos... SON LOS MAS RICOS QUE HE COMIDO NUNCA!!

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